domingo, 1 de mayo de 2011

Juan Pablo II, elevado a los altares - MI PUEBLO PERECE POR FALTA DE CONOCIMIENTO

Oseas  4:6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.


Bíblicamente hablando, los “santos” son el cuerpo de Cristo, los cristianos, la iglesia. Todos los cristianos son considerados santos.

Todos los cristianos son santos... y al mismo tiempo son llamados a ser santos. 1 Corintios 1:2 dice claramente, “a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos...” Las palabras “santificados” y “santos” provienen de la misma raíz griega, como la palabra que es traducida comúnmente como “santos”. Los cristianos son santos, en virtud de su unión con Jesucristo. Los cristianos son llamados a ser santos, para que permitan que paulatinamente su vida se ajuste cada vez más a su posición en Cristo. Esta es la descripción bíblica y el llamado de los santos.

¿Qué entiende por “santos” la Iglesia Católica, en comparación con la enseñanza bíblica? No mucho. En la teología Romana Católica, los santos están en el cielo. En la Biblia, los santos están en la tierra. En la enseñanza Romana Católica, una persona no se convierte en santo, a menos que él/ella sea “beatificado” o “canonizado” por el Papa o un obispo prominente. En la Biblia, cualquiera que ha recibido a Jesucristo por la fe, es santo. En la práctica Romana Católica, los santos son reverenciados, se les reza y en algunos casos, son adorados. En la Biblia, los santos son llamados a reverenciar, adorar y orar únicamente a Dios.

Santos Casados

En la Biblia encontramos que varios de los apóstoles eran casados y tenían una familia u hogar. San Pedro, por ejemplo, el supuesto primer Papa de Roma, era casado. La Biblia nos dice lo siguiente de San Pedro: “Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre” (Mateo 8:14). Y en 1 Corintios 9:5 San Pablo pregunta, como apóstol y siervo de Dios: “¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana como mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?”. Este Cefas era sin duda el apóstol Pedro (Juan 1:42) de quien se dice que tenía a su suegra enferma. Obviamente Cefas o San Pedro estaba casado con una hermana de la fe cristiana (una creyente fiel).

Referencias a Otros Santos en el Nuevo Testamento

Hemos visto que los santos apóstoles estaban casados con mujeres creyentes. Ahora veremos también que muchos de los demás creyentes, discípulos de los apóstoles, también eran santos en vida. Vamos a analizar una serie de pasajes interesantes que nos iluminarán sobre el asunto de la santidad cristiana:

En 2 Corintios 1:1 Leemos: “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya (no en el cielo)”. Nótese que Pablo saluda a la iglesia de Dios en Corinto, y a todos los santos que están en la ciudad de Acaya (no en el cielo). Aquí Pablo equipara a la iglesia de Dios de Corinto con los santos de Acaya. Para él, las expresiones ‘La Iglesia de Dios’ y ‘Los Santos’ significaban lo mismo. Además, es claro que aquellos santos no eran pocos y estaban todos con vida. También en el capítulo 2 y versos 5-11, vemos como Pablo y la iglesia perdonan a un santo que había sido un ofensor, lo cual indica que aquellos santos eran imperfectos, y algunos eran sujetos a reprensión, como lo había sido antes Pedro.

En Efesios 1:1, Pablo les dirige a los efesios el siguiente saludo: “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles que están en Efeso (no en el cielo)”. Aquí vemos nuevamente que los creyentes vivos de la iglesia de Efeso eran santos y fieles. Estos no eran santos difuntos que habían sido canonizados por San Pedro, el supuesto primer Papa Romano. Tampoco eran monjes o monjas de alguna orden religiosa. Estos eran simplemente hermanos convertidos a la fe cristiana, y seguramente los había de ambos géneros, casados y solteros. Tome nota en  especial del capítulo 5 y versos 21-33. Aquí verá a santos casados que debían mantener la santidad de su matrimonio, es decir,  el amor y la fidelidad con sus conjugues, así como Cristo amó a su iglesia (su esposa) y se entregó por ella. Aquí hay una clara referencia a santos cristianos casados y vivos.

Conclusión

 La Iglesia cristiana bíblica, conformada por todos los creyentes bautizados, es santa en su esencia. Es decir, los creyentes bautizados son santos porque han sido santificados por  Jesucristo, la Cabeza santa. Son santos porque han renunciado a la vana manera de vivir que heredaron de sus padres para seguir por un nuevo camino de rectitud y verdad. No son hombres extraordinarios que han renunciado al matrimonio, a los negocios, o a los hijos, para vivir como ermitaños mojigatos. Son más bien hombres comunes y corrientes, con sus defectos y cualidades, que han decidido seguir los principios de Cristo y ponerlos en práctica. No existen otros requisitos o exigencias, como por ejemplo: hacer milagros o señales sobrenaturales, a saber: levitar o presentar estigmas en el cuerpo. Estos son más bien individuos casados o solteros: Agricultores, campesinos,  Empresarios, comerciantes, obreros, sirvientes, amas de casa, estudiantes de colegios y universidades, etc, que viven en función de Cristo, y para Cristo.

Pretender hacer de los santos unos individuos medio angélicos o sobrenaturales, además de puritanos y mojigatos, es torcer el verdadero concepto de la santidad bíblica. Lo que queda claro, según el Nuevo Testamento, es que sin la santidad nadie verá a Dios; es decir, nadie se salvará (ver Hebreos 12:14). El prerrequisito para vivir con Dios es la santidad de vida hoy. Pero como el catolicismo ha limitado la santidad a tan sólo una minoría insignificante de su feligresía, ello significaría que irremediablemente la gran mayoría de católicos, que no han “alcanzado” la santidad y la beatificación, estarán condenados a nunca ver a Dios por toda una eternidad. Y si no verán a Dios--- ¿a quién verán?

Fuentes

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