ISAIAS 9: 6
Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. Se llamara su nombre "Admirable consejero", "Dios fuerte", "Padre eterno", "Príncipe de paz".

Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado, y el principado sobre su hombro. Se llamara su nombre "Admirable consejero", "Dios fuerte", "Padre eterno", "Príncipe de paz".
Los dirigentes religiosos "deberían proclamar a los cuatro vientos que el SIDA no es un castigo de Dios, sino una condición de salud que es evitable", afirma el antiguo líder de la Iglesia Anglicana de Sudáfrica, arzobispo Njongo Ndungane.
Ginebra, lunes, 1 de diciembre de 2008
ALC
Por Peter Kenny
Ndungane hizo sus declaraciones anticipando el 20º aniversario del 1 de diciembre como Día Mundial del SIDA en una entrevista para la Campaña Mundial contra el SIDA, que tiene sedes en Ámsterdam y Ciudad del Cabo y es financiada por ONUSIDA. La campaña propugna que el Día Mundial del SIDA sea un día de "solidaridad mundial con respecto a una pandemia que ha causado más de 25 millones de muertes, y con los 33 millones de personas que viven actualmente con el VIH en todo el mundo".
Ndungange, que dirige actualmente African Monitor, un organismo de desarrollo continental, dijo que el SIDA "puede ser controlado y tratado, aunque no curado", pero también que no es un castigo de Dios.
Añadió que, "los líderes religiosos deben comprometerse desde ahora en trabajar para conseguir una generación sin SIDA y mostrar un cuidado y apoyo amorosos hacia las personas infectadas. Deben elaborar y aplicar estrategias imaginativas para combatir la estigmatización, asegurar que las personas infectadas puedan satisfacer necesidades esenciales como las de nutrición y asistencia médica, y alentar a las personas no infectadas a mantenerse exentas de la infección".
Linda Hartke, que dirige la Alianza Ecuménica de Acción Mundial, un organismo con sede en Ginebra que defiende la justicia en relación con la alimentación y el comercio, así como en favor de las personas VIH positivas, dijo que el 20º aniversario del Día Mundial del SIDA es el momento de "hacer una evaluación de la respuesta al VIH y al SIDA basada en la fe".
La Alianza está integrada principalmente por organizaciones cristianas, entre las que figura el Consejo Mundial de Iglesias, pero cuenta también entre sus miembros a organismos de otras religiones.
Hartke dijo a Noticias Ecuménicas Internacionales: "Podemos recibir inspiración de los esfuerzos comprometidos de personas de fe de todo el mundo que durante tanto tiempo han prestado asistencia y apoyo… para dar una respuesta mundial concertada que haga retroceder la propagación del VIH y llegue a erradicar el SIDA."
Señaló que "quienes principalmente han fortalecido y difundido respuestas eficaces basadas en la fe han sido los líderes religiosos que viven con el VIH, o están afectados personalmente por el VIH, y han elevado sus voces contra el estigma, la discriminación, las injusticias y la vulnerabilidad que fomentan su propagación".
Con todo, Hartke había advertido anteriormente, en noviembre, que sigue habiendo cada año millones de personas afectadas "y dos tercios de los adultos y el 85 por ciento de los niños necesitan urgentemente un tratamiento, por lo que hacen falta un liderazgo y una acción eficaces y comprometidos para conseguir el acceso universal a los medios de prevención, tratamiento, asistencia y apoyo".
Hartke dijo que alrededor de 2,1 millones de niños de menos de 15 años viven con el virus de la inmunodeficiencia humana o VIH, "pero siguen siendo olvidados en gran medida en los esfuerzos mundiales y nacionales para afrontar el VIH y el SIDA. Ocurre esto especialmente en lo que respecta al acceso a las pruebas de diagnóstico del VIH y a las medicinas para tratarlo, conocidas como antirretrovirales. Actualmente, sólo el 15 por ciento de los niños que necesitan tratamiento contra el VIH tienen acceso a él".
(*) el autor es redactor jefe de Noticias Ecuménicas Internacionales (ENI).
Por Peter Kenny
Ndungane hizo sus declaraciones anticipando el 20º aniversario del 1 de diciembre como Día Mundial del SIDA en una entrevista para la Campaña Mundial contra el SIDA, que tiene sedes en Ámsterdam y Ciudad del Cabo y es financiada por ONUSIDA. La campaña propugna que el Día Mundial del SIDA sea un día de "solidaridad mundial con respecto a una pandemia que ha causado más de 25 millones de muertes, y con los 33 millones de personas que viven actualmente con el VIH en todo el mundo".
Ndungange, que dirige actualmente African Monitor, un organismo de desarrollo continental, dijo que el SIDA "puede ser controlado y tratado, aunque no curado", pero también que no es un castigo de Dios.
Añadió que, "los líderes religiosos deben comprometerse desde ahora en trabajar para conseguir una generación sin SIDA y mostrar un cuidado y apoyo amorosos hacia las personas infectadas. Deben elaborar y aplicar estrategias imaginativas para combatir la estigmatización, asegurar que las personas infectadas puedan satisfacer necesidades esenciales como las de nutrición y asistencia médica, y alentar a las personas no infectadas a mantenerse exentas de la infección".
Linda Hartke, que dirige la Alianza Ecuménica de Acción Mundial, un organismo con sede en Ginebra que defiende la justicia en relación con la alimentación y el comercio, así como en favor de las personas VIH positivas, dijo que el 20º aniversario del Día Mundial del SIDA es el momento de "hacer una evaluación de la respuesta al VIH y al SIDA basada en la fe".
La Alianza está integrada principalmente por organizaciones cristianas, entre las que figura el Consejo Mundial de Iglesias, pero cuenta también entre sus miembros a organismos de otras religiones.
Hartke dijo a Noticias Ecuménicas Internacionales: "Podemos recibir inspiración de los esfuerzos comprometidos de personas de fe de todo el mundo que durante tanto tiempo han prestado asistencia y apoyo… para dar una respuesta mundial concertada que haga retroceder la propagación del VIH y llegue a erradicar el SIDA."
Señaló que "quienes principalmente han fortalecido y difundido respuestas eficaces basadas en la fe han sido los líderes religiosos que viven con el VIH, o están afectados personalmente por el VIH, y han elevado sus voces contra el estigma, la discriminación, las injusticias y la vulnerabilidad que fomentan su propagación".
Con todo, Hartke había advertido anteriormente, en noviembre, que sigue habiendo cada año millones de personas afectadas "y dos tercios de los adultos y el 85 por ciento de los niños necesitan urgentemente un tratamiento, por lo que hacen falta un liderazgo y una acción eficaces y comprometidos para conseguir el acceso universal a los medios de prevención, tratamiento, asistencia y apoyo".
Hartke dijo que alrededor de 2,1 millones de niños de menos de 15 años viven con el virus de la inmunodeficiencia humana o VIH, "pero siguen siendo olvidados en gran medida en los esfuerzos mundiales y nacionales para afrontar el VIH y el SIDA. Ocurre esto especialmente en lo que respecta al acceso a las pruebas de diagnóstico del VIH y a las medicinas para tratarlo, conocidas como antirretrovirales. Actualmente, sólo el 15 por ciento de los niños que necesitan tratamiento contra el VIH tienen acceso a él".
(*) el autor es redactor jefe de Noticias Ecuménicas Internacionales (ENI).
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